viviendo en un mundo vigilio

No me percataba de la realidad que mis ojos veían, ni de la velocidad que la sangre recorría mis venas, desahuciaban mis miedos, recuperando las fuerzas de seguir adelante, sin interponerse en mi camino la desgracia ni el dolor. En mi mente retumbaban sus voces, con un, “si quieres, puedes”, así fue. Me faltaba aire, las piernas apenas me respondían, pero el objetivo estaba vigente frente a mis ganas de ser derrumbada.

Era una batalla, que marchitaba las malas hierbas, saliendo perjudicada, tratando de conquistar aquella sonrisa que hoy en día llevo puesta…