Cuando la noche es fría y se desmantela el viento que enfría
tu cara,
Cuando te arrebatan las ganas de salir corriendo huyendo del
miedo, y éste no hace más que perseguirte. Donde las lágrimas se abalanzan por
tu garganta, y al otro lado del teléfono solo percibes esa tortura, ese
sufrimiento, donde el dolor callan tus gritos de lamento.
Sus palabras te
maltratan, te asfixian lentamente, ya no tienes por donde escapar, encerrado
quedas entre su versión y la verdad, desvanecen tus sentimientos, se anulan tus
pensamientos.
Tu lamento recorre los recuerdos por tus venas, no sabes el
tiempo que te queda, pero no hay más angustia y estrés que el saber que vas a
hacer…
Mi puto corazón me delata, no soy inocente, tampoco me desarmo
de las heridas de aquel esclavo, fui YO quién le pegué, pero sálveme Dios, no
le quiero perder…
Porque sólo él me hizo dudar tanto, renunciar a los placeres
que aún quedan en aquel llanto reflejando cuando íbamos andando de la mano,
camelando la sonrisa que sólo él sabía, que me enloquecía…