Fue ella, la que me enseñó a no irme cabizbaja a la cama, aunque
solo sea, para evitar que sea posible, el último recuerdo que permanezca en tu
mente.
Sus lamentos, son patadas en mi pecho, el dolor me invade, desangrándome
por los ojos, nada que decir, que el silencio hable lo que las palabras callan.
Si es que, si quiera me apetece escribir.
Si quiera, mi pasatiempos preferido, ni deslizar los dedos
por la pantalla forman palabras, llenan aquellos vacíos.
Este mundo, ya no es el mío.
<< Por que todo el mundo esta ahí, menos cuando deja de estarlo...>>
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