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lunes, 30 de junio de 2014

El pulso constante entre una abuela y una nieta


*Escrito dedicado a la "abu"  por su noventa y pico cumpleaños.



¡Pero n0 frunzas el ceño! Me decía ella una y otra vez. Aquella niña borde y arisca que s quiera saludaba a nadie, se para a escribir frente a la pantalla.
Apenas, escuchaba otra cosa salir de su boca.

Al principio, pensé que eran entre otras, aquellas paranoillas que persiguen a las abuelas cuando "son mayores" y bla bla bla todo entra por un oído y sale por otro, osea, como todo a la edad de los ocho.

Pero cuando la nocencia del tiempo llama a la puerta, desvanece la niñez dejándola bien adentro.
Ahora, solo podemos decir que nos persiguen los recuerdos constantes, como... ¡Paula, n9 frunzas el ceño! y mil historias de batallas que forman base de la persona que hoy en día soy.

Por supuesto, nunca ha de faltar la duda existencial que aparece a cada segundo, Abuela, ¿Cómo es posible que trniendo d¡doce hijos, no te haya salido ninguno "Raro"?
Me pongo en su lugar, aguantar doce hujos, ha de ser todo un manjar, yo, ni a un hermano soy cpaz, cosa que de la abuela, he de añorar.
Y algo he de recordar, no es cosa del número sino de muchas coas más, ELLA, la responsable de colocar a cada una en su lugar.

Insuficientes se queda cada segundo, describiendo con palabras, para eso está el silencio que éstas las calla...

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